Enamorarse puede producir el efecto de una dosis de droga. Si el enamoramiento se prolonga más de seis meses, puede llegar a ser patológico e incluso podría llevar a padecer algunos desórdenes mentales.El comienzo del enamoramiento puede producir el mismo efecto en el organismo humano que el recibir una dosis de cocaína, droga que es un poderoso estimulante.
El famoso filósofo y ensayista español José Ortega y Gasset definió alguna vez al amor como "una especie de imbecilidad transitoria, un estado de angostura mental, de angina psíquica".
Según los estudios científicos, cada vez que incurrimos en esa maravillosa pero enloquecedora imbecilidad amorosa, "perdemos la cabeza", debido sobre todo al cóctel químico de testosterona, estrógenos, feniletilamina, dopamina y otras sustancias hormonales y neurotransmisoras que se liberan en nuestra sangre y recorren desenfrenadamente todo nuestro organismo.
Mientras perdemos la razón, se acelera nuestro corazón, pensamos de manera obsesiva y recurrente -prácticamente sin poder ni querer hacer otra cosa- en la persona querida, sufrimos altibajos emocionales, nos desprendemos de nuestras inhibiciones, sentido del ridículo y sentido común y nuestro nivel de tolerancia a la tontería se eleva en grado superlativo.
Algunas investigaciones recientes en las Universidades de California y de Nueva York sugieren que ese hermoso, pero pasajero estado en el que a la mayoría nos gustaría sumirnos reiteradamente, también guarda ciertos paralelismos con algunas dolencias e incluso con adicciones a ciertas drogas.
El doctor Hagop Akiskal, un psiquiatra de origen sirio reconocido en Estados Unidos por sus investigaciones sobre la influencia de la evolución y la bioquímica en las relaciones humanas, ha estudiado a las personas enamoradas, descubriendo que sus niveles de serotonina, una sustancia del sistema nervioso, eran similares a las de las personas aquejadas de un trastorno obsesivo-compulsivo o incluso a las que padecían depresión.
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