jueves, 14 de octubre de 2010

Marcos 9:23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible.





 Roberta de apenas dieciséis años, fue abandonada por su esposo, obligándola a criar sola a sus dos hijos. Vivía en México, en extrema pobreza, no tenía ningún tipo de educación, pero soñaba con una vida mejor. Solo con muy poco dinero para alimentar ese sueño, se dirigió a Los Ángeles, en donde usó sus últimos siete dólares para tomar un taxi que la llevaría a la casa de un pariente lejano.
Roberta se negó a vivir de la caridad de otros. Rápidamente encontró dos trabajos como lava copas, y haciendo tortillas desde la medianoche hasta las seis de la mañana. Esto le permitió ahorrar quinientos dólares que invirtió en su propia máquina de hacer tortillas.
Con el correr del tiempo, y con mucho esfuerzo, Roberta se convirtió en la directora del mayor negocio de venta de mayorista de alimentos de México en el mundo. Y agregado a este éxito, Roberta Banuelos fue escogida personalmente por Dwight D. Eisenhower para ser la trigésimo séptima Ministra de Hacienda de los Estados Unidos.
Ella fue ejemplo de lo que Eisenhower dijo acerca de los sueños que impulsan nuestro futuro: “Tenemos éxito solamente si elegimos un objetivo predominante en la vida, en la guerra o en cualquier otro lado, y conseguir que todas las demás circunstancias se inclinen ante ese único objetivo”.
El futuro pertenece a los que creen en la belleza de sus sueños.

Marcos 9:23 

23 Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. 





“Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la mano de Dios. Eclesiastés 9: 1.
Todo está en la mano de Dios, es una buena afirmación para emprender el día con la seguridad precisa que me exige la vida misma.
Que los justos y los sabios y sus obras están en la mano de Dios. Lo que Dios decida hacer conmigo y en mi hoy, es algo que solo le pertenece a su soberanía. Ya no me desesperaré para lograr mis propios anhelos, sino sabré esperar en su presencia para que se logren los objetivos divinos en mi. Si quiere auto-promoverme estaré dando un paso en falso en el largo puente de madera que me conduce al otro lado. Necesito conocer el plan de Dios para mi, para mantenerme en la perspectiva correcta, pero será él, quien toma la decisión en cuanto a como y cuando llegaré a la tan anhelada orilla opuesta.
Hoy recuerdo de Carlos Spurgeon quién, cuando aún contaba con treinta años de edad, tenía a cientos de personas haciendo cola bajo la nieve en espera de que el Tabernáculo de Londres abriera las puertas para oírlo predicar. No fue posible en ese tiempo construir un edificio lo suficientemente grande para dar lugar a toda la gente que lo quería escuchar. Aún antes de llegar a la edad madura era un ministro de la palabra, quien recibía muchas invitaciones y por lo tanto fue muy criticado. Spurgeon en una ocasión dijo:
“El éxito expone al hombre a la presión de la gente, y por tanto lo tienta a mantener sus logros mediante métodos y prácticas carnales, y a dejarse dominar plenamente por las exigencias ditactoriales de una incesante expansión. El éxito podrá subírseme a la cabeza; y lo hará a menos que yo recuerde que es Dios quien realiza la obra, que puede seguir haciéndolo sin mi ayuda, y que es capaz de proveerse de otros medios cuando quiera bajarme los humos”.
Señor, gracias en este día, porque se que tanto el justo como el sabio y sus obras están en tus manos. Nada de lo que pueda suceder y elevar mi orgullo, podrá tocarme si mantengo la perspectiva, de que todo está en tus manos.
No es lo que yo hago, eres tu quien realmente manifiestas tu poder. Señor, perdóname las veces que he permitido que la vanagloria inunde todo mi corazón y las veces que me he olvidado de que todo lo que sucede viene de tu mano.

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